lunes, 28 de marzo de 2011

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Fugitivo

Se han terminado las vacaciones. Me siento como un fugitivo. Ahora, los mejores recuerdos de estas vacaciones.
Ahora que estoy loco Elbow, un gran grupazo, todo intento relacionarlo con ellos. Uno de sus videos es Fugitive Motel (2009), en el que vemos a un desesperado Guy Garvey en busca de algo tan simple y sensacional que es el ocaso.

Y sí, me fugué de Huancayo para estar en Lima el 4 de marzo, día exacto para dar un pequeño viajecito y ver el ocaso desde mi lugar favorito, a diferencia de los años anteriores, en esta ocasión me acompañó mi amiga Tefa, quien pudo sacar buenas tomas del momento.

Momento en el cual pude ver esa eternidad plasmada de color rojizo en el cielo mientras mi cuerpo estático iba en movimiento.

Llegué a aquel lugar y me sentí en paz.

Fui a la playa, me reecontré con algunos amigos del colegio, caminé, caminé y caminé por el centro de Lima. Conocí a un pata que es músico y que es un mate de risa.

Y como todas las cosas tiene que llegar a un estado de reposo total o culminar, tuve que aprender que cuando en una relación (ya sea amical, sexual, coetana, amorosa, etc) ha traspasado las barreras del tiempo... lo mejor es decir "chau", tal vez eso nada más me queda decirle.

Me espera un nuevo semestre, una  nueva oportunidad para chambear en un periódico y cosas nuevas por conocer.

Hasta un siguiente lunes.
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lunes, 21 de marzo de 2011

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Un mar de música

La gripe vino sin avisar y me dejó con todos los síntomas en pleno verano (asolapado), así que no me quedo otra que comer un rico ceviche y escuchar todos los discos que bajé esta semana (Elbow, Spacemen 3, The Black Keys y Adele) y curarme frente al mar.

Imaginé que me había hecho totalmente inmune a la gripe (en cualquiera de sus variantes), sin embargo, a más de un año volví a contagiarme de este virus que es típico circule en el cambio de estación.

No me automedico o compro pastillas para aliviar los síntomas, prefiero aguantarme la fiebre, el dolor muscular generalizado, el dolor de cabeza, el catarro, etc... y compartirlo en la cabina de Internet, en el bus, en la casa, el centro comercial o cuanto lugar se pueda al estilo de la ceguera de Saramago.

Pero para evitarme tremenda epidemia opté por permanecer en casa, lo que me permitió echarle más ojo a los libros y revistas que compré en Quilca hace unas semanas y... por supuesto escuchar música mientras termino un relato que se está macerando hace tres semanas.


¿Qué hay para escuchar?

The Black Keys, unos brothers (así se llama su último disco) que empezaron como teloneros de Radiohead y terminaron gustando a Thom Yorke, Robert Plan y varios patrulazos más. He bajado sus nueve discos y creo notar una originalidad en su forma de hacer Indie rock, sazonado de blues que se sirve bien con la voz del vocalista, Dan Auerbach, quien tiene disco como solista y pooor la... música, no necesito de ansiolíticos para llegar estar tan bien con canciones como Whispered words, Mean monsoon y My last mistake.
Los conocí en MTV, parece raro, sí... un poco, pero ellos han preferido mantenerse fuera de lo comercial sacando pocos videos, y el que los hizo conocido es
Tighten up, para meterse a los bolsillos de todos con la carita tierna de un chibolo cantándole a una niña: "I wanted love, I needed love".

De EEUU me voy para Inglaterra, en donde a parte de nacer más de 14 banas al día, Adele, una chica de buen diente y poca timidez de mostrarse gordita, pero de una gran calidad vocal que llega a un registro como el de la coquera Amy Winehouse que con el mismo estilo, soul y jazz, ganó Grammys. Su primer disco, 19, es un proceso armónico entre su voz y el sonido de los instrumentos (metiendo dedo -o el mouse- la computadora) y esa se encuentra en My same... si bajas el disco en edición "de luxe" podrás escuchar diez canciones más a guitarrazo limpio, otro gran logro es la canción Make you feel my love de Bob Dylan... para cortarse las venas. Su segundo disco, 21, ya demuestra una madurez en cuanto a la unión de su voz con elementos sonoros que van más al mismo ritmo, un hit escuchado es Rolling in the deep, video de una perspectiva visual.

Ahora, el grupazo del cual me he templado (de sus integrantes no): Elbow.
De Wikipedia  he sustraído esto: "El grupo ha sido aclamado por su sonido fresco e innovador, recibiendo críticas halagüeñas por parte de los medios y de artistas como REM, Radiohead, Coldplay, Blur o U2".
Y no va para más, Elbow tiene una onda parecida a estos grupos, sólo que son más originales y es contemporáneo a ellos, excepto a U2, que ya debe optar por retirarse.
Sólo puedo decir "bájense todos sus discos y EP's".

Y aquí va el mejor videoclip que he visto después de Karma police de Radiohead:

Powder blue
"Me ha dejado con la angustia, son esos amores que matan, a pesar del impacto que sufre su relación (carro) ambos acaban heridos, a uno de ellos los deja como en el Limbo, sin poder pisar el suelo, suspendido, sin sentido y sólo queda un poste en cual le permite aún estar en contacto con los demás. Ella despierta con ansias para buscarlo. Surge la tercera persona que busca lo más preciado, pero no puede más. Ellos han vuelto a unirse."


Otro buen grupo, Spacemen 3, cargados del rock psicodélico de los 70', una recomendable es I love you, no sólo para dedicarla sino para disfrutarla.

Tal vez frente al mar y eso fue lo que hice exactamente ayer... me fui para Chorrillos para comer un rico ceviche de corvina entre ola y ola... mientras el último día de verano se iba.

Ah... hoy es el Día Mundial de la Poesía. Resuciten, César Vallejo, J.M. Eguren, Juan Gonzalo Rose, Blanca Varela, Javier Heraud (el chibolo), Jorge Castillo Fan, José Watanabe y reciban un fuerte abrazo, paisanos por brindarme esa sustancia que en sus letras posaron. Y para los de fuera, Rimbaud, Baudelaire, J.L. Borges, Loca... perdón: Lorca, Rubén Dario (que desde el 2007 no te leo) y Andre Breton. Y qué mejor leerlos una y mil veces.

Hasta un próximo lunes.
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lunes, 7 de marzo de 2011

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La muerte es volátil

Fernando, mi abuelo de línea paterna, es carpintero, su especialidad es hacer jaulas para conejos, cuyes, gallinas y todo aquel animal que lo necesite o sea obligado por su dueño; otra es hacer baúles, por eso cuando cumplí veinte años le pedí uno y hasta ahora sigo esperando.
En su séptima década tuvo un pasatiempo más entretenido: adoptar animales.

Saha preñada
El 2008, año que regresé a vivir a Huancayo en la casa sólo había un perro blanco con manchas negras, una específicamente le cubría la mitad de la cabeza, por eso lo llamaron Pirata, y un gato de pelaje rubio, éste tenía una historia felina: su progenitora visitó el cuarto de mi abuelo que da a la parte “antigua” (como lo llamábamos) que está construido de adobe y quincha; visita por azar tal vez, mi abuelo la adoptó -a la fuerza-, la encerró en su cuarto, le dio comida y cama, no fue para más: el instinto de los animales cumplió su proceso natural. Luego parió -no, de mi abuelo no fue, claro-, pero fungió de papá ya que la gata desapareció cuando sus tres crías ya podían caminar, sólo quedó el más parecido a la madre, los otros dos fueron adoptados por familiares lejanos.
Cuando le pregunté a mi abuelo cómo se llamaba, sólo me dijo “No lo sé, le llamo como Michi y viene”, entonces se llamará Michi le respondí. Traté muchas veces jugar con él y acariciarlo, sin embargo, huía. No me quedó otra que sólo ver la fidelidad que le otorgó a mi abuelo, me pareció muy raro verlo esperar en la puerta y seguirlo hasta su cuarto como si se tratase de un perro.
Los meses pasaron y pude rozarle el pelaje un par de veces, eventualmente aprovechaba en sus momentos de juego con Pirata.
Clarita
Durante diciembre, época de lluvias, Michi desapareció y mi abuelo sufrió una leve esquizofrenia al tercer día que tocó la puerta y dentro de su casaca tenía un gato muy similar aunque tenía el pelaje fino y suave. “La vecina de la esquina lo tenía, lo vi en su puerta y como está lloviendo lo traje” me comentó de una manera rara y con un tono angustiado, le espeté que no era ése su gato y no recibí respuesta.
El animal se quedó, fue dócil con todos que pensábamos era macho hasta que apareció con el vientre abultado, entonces decidí ponerle nombre: Saha. Ya que en esas semanas leía La Gata de Colette.
Saha tal vez fue la iniciadora de una estirpe que hasta hoy persiste. Tuvo cuatro crías, de las cuales, una murió de un pisotón que le propinó una de mis tías por casualidad, el que salió de color negro fue regalado a otro familiar lejano y sólo quedaron dos crías: Leo y Clarita, el macho de pelaje rubio y la hembra de pelaje plomizo. Saha desapareció repentinamente cuando ya los pequeños comían y corrían por la casa.
Ambos gatos fueron queridos y engreídos, más por mi primita Belén que retornó con mi tía Carito de España que ya venía embarazada, al dar a luz, la cantidad de animales tenía que disminuir y para eso Clarita tenía dos crías lactantes: Sonata y Diego, en total cuatro gatos a quienes dar de comer.
Amamantando a sus bebés
Regalé a Clarita y Sonata a una tía de línea materna, Diego fue el único que se quedó en casa, un gato negro con el pelaje voluminoso como el de un angora. Muchas noches saltó por la ventana del baño de mi habitación y durmió sobre mi cama hasta que llegó a la madurez y quién sabe qué gata le daba calor.
A mi abuelo le dejaron de gustar los gatos y un día sucedió ese cambio.
Llegué de la universidad y tenía entre sus manos a un pajarito con las plumas removidas. “Diego lo agarró en el aire y estaba por comérselo” me contó con un congojo especial que sólo  se da para los animales, vi a Diego que salía de la cocina con varias plumas pegadas a la boca y el cuerpo, sólo atiné a molestarle porque soy muy cobarde para agredir a un animal.
Pusimos al pajarito en una caja de pop-corn que dan en el cine, tenía dos heridas en el cuerpo y el ala derecha con pocas plumas para volar.
Mi abuela lo metió a una jaula vacía que se encontraba en la azotea para que no se asfixie, le dieron granos, por dos noches lo bajó a su cuarto en la caja para que el frío de la sierra no lo mate como lo hizo con un muerto que fotografié cuando hice prácticas en un periódico local.
El pajarito ya estaba casi recuperado, pero un día llegué tarde a casa, y nos olvidamos del pajarito que seguía en la jaula de la azotea. A la una de la mañana mi abuela me dice que suba para recogerlo.
Me abrigué lo suficiente y subí. Alumbré la jaula y sólo observé una caja volteada, busqué nuevamente y no lo encontré, imaginé que mi abuelo se lo había llevado para abrigarlo, todo fue un supuesto, saqué la caja y allí estaba, con la cabeza recostada en la superficie, con los ojos cerrados, me quedé en silencio, el silencio que me congeló el corazón, no quise tocarlo, cerré la puerta de la jaula, bajé rápido horrorizado, como volando y pensé que después de todo ese pajarito había vuelto a volar, a estirar las alas, a salir de sí, a ser libre. No era cierto, aquel pajarito se había convertido en un ave gigantezca que iba a mis espaldas y quería llevarme. Prendí todas las luces y entré a mi cuarto. Mi abuela preguntó por el ave, sólo le respondí que estaba muerta, ni ella me lo creyó en un principio. Quise quedarme dormido lo más rápido posible, no quise asimilarlo y más cuando ella dijo: “Ahora qué le diremos a Belén que se había encariñado mucho con el pajarito”.
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