Un fin de semana cualquiera, piensas "¿adónde voy ahora?", extrañamente prendes el televisor y te enteras de un festival de lechón, sin cuestionar nada, alistas la cámara de fotos, algo de sencillo en el bolsillo y sobre todo: muchas ganas para comer, conocer y caminar.
El destino: El distrito de Orcotuna.
Toponimia: ORCO – Cerro y TUNA – Rincón
Ubicación: Ubicada en la provincia de Concepción, región Junín, Perú.
¿Cómo llegar?
Si vives en Huancayo, se encuentra a 15 kilómetros, en la margen derecha del río Mantaro. Si chapas una combi llegas en 20 minutos, en tu troncomóvil (particular), en diez minutos.
Si vives en Lima, viaja a Huancayo. Y si vives en el extranjero, viaja a Perú.
Una de los platos más reconocidos de la zona es el lechón, es por eso que se han ganado el apelativo de "cuchicancas". Así que para impulsar el turismo, al igual que en los últimos años, se realizó el "IV Festical del lechón".
Tenía que aprovechar el momento, ya que soy amante de la carne de cerdo. Además recordando el lugar que desde los siete años no visitaba.
Ella es conocida como "La gringa", si buscan un buen lechón, búsquenla. No se arrepentirán.
Otra lechonera vestida -más o menos- de huanca.
Dulce Esperanza, del Cusco. Quien puso a tonear a la gente.
Una rica pierna de lechón.
Una chibola sin complejo alguno se animó a imitar a Dulce Esperanza.
Vista de las casas en Orcotuna.
Ya es épocas de comer tunas.
La iglesia matriz de Orcotuna, en honor a la Virgen de Cocharcas.
Vista del distrito
Un señor que arriaba a sus ovejas, fácil nunca sufrirá de frío.
Iglesia matriz a la Virgen de Cocharcas - Orcotuna
Otra vista de las casas tejadas.
Vista de la ciudad desde el cerro Santa Inés (3300 msnm).
Soy la lluvia que sube por las tardes para buscar un espinal donde vaciar mi existencia.
Vista panorámica del Valle del Mantaro.
Filtración de luz solar
Capilla en lo más alto del cerro Santa Inés.
Paseo de antorchas
Los anuncios (comúnmente llamados) chicha.
Como despedida, un perro que se atrevió subirse al techo de una casa.
Bueno... espero que les haya gustado las fotos. Nos vemos un próximo lunes... y a comer lechón.
Un año atrás me alegré por un lunes feriado, hoy
estoy más contento: el feriado se extendió hasta el martes. Cuántas cosas han
cambiado durante esta última época con este blog: Lunes de fiel.
He contado
anécdotas, he publicado sobre las nuevas canciones de Coldplay, he continuado
con mi ranking anual en búsqueda de la canción favorita. Pero sabía que algo me
faltaba. Estuve recorriendo (y recordando) los post de Ulrike World y me
percaté que no cuelgo las fotos que saco de los lugares adonde visito; los
poemas los dejé exclusivamente a El PoeDiario y mis últimos trabajos de la
universidad ya no encuentran sus espacios. Así que para este año volveré a
postear fotos, esas en paños menores no. Y como siempre, intentaré hacer todo lo
menos parametrado.
Tuve post que
nunca llegaron a publicarse como “Adiós, Harry Putter”, “El llanto en Trujillo”
y “Vía expresa”. Uno, porque me llegó comparar momentos de mi adolescencia con
las películas de la saga del mago cuatro ojos. Dos, que no debo hacer llorar a
nadie, mucho menos hacerlo recordar. Tres… tal vez algún día me anime a postear
la conjunción que hice entre la vida de Amy Winehouse y Martín Adán.
Sí me han
dicho que el blog ya no está de moda, pero esa idea es un simple supuesto generalizado.
Así que levanten las manos los infieles
que siguen este blog. Gracias a Evelyn Maldonado, quien personalmente me dijo
sigue este blog y hasta me desmintió cuando expuse para el volumen 7 de PechaKucha Night y
refirió que no siempre posteaba los lunes, por eso, al jode, este post sale un
miércoles. A José Martín, quien con sus comentarios positivos resalta la
existencia de este espacio. A dos amigos cercanos que también confesaron ser infieles lectores… y bueno, agradezco a
los curiosos, los sapazos, a los que al buscar Dr. Chapatín en Google les sale
la imagen de mi post Latortura del gym. Eso es todo, en cuanto a agradecimientos, o sino ya
pareceré una miss mundo que agradece hasta a la viejita que le hace la
manicure.
(Hasta ahora
me pregunto para qué tengo un contador de visitas que ya va en 7802, si no he puesto ni anuncios de la pollería del barrio)
Cómo has cambiado, mocoso
Orson
“Que el año
pasado eras más flaco”, “Estás más pastrulo”, “Esas son ojeras o bolsas para la
basura”, “Adónde te fuiste de viaje que estás más quemado”… etcétera, etcétera.
Son los más comunes dichos que he escuchado durante los últimos meses. A los
que han notado que estoy panzón, de paso se aprovechan en sobármela (la
barriga), o me ven cachetón: baaah, es que he entrado en una nueva dieta basada
en lasagna, pizzas, chancho al palo, al cilindro, al honro, y todas las
posibilidades que haya de preparar la carne del animal que tanto me gusta. Sí,
he subido alrededor de nueve kilogramos. Lo de bueno es que me he liberado de
muchos complejos como el de envejecer y engordar: es cosa de quienes viven de
su cuerpo. Me siento contento de tener la edad que tengo, no hay nada más que
me pueda gustar, es paja envejecer y sentirse bien. Más que –creo– he entrado a
la etapa prolífica en el que todas las cosas tienen un porqué y brillan con las
formas de significación que pueden tener. Pronta la estabilidad que estoy
asimilando en varios aspectos, cosa que al acabar la universidad podré
consolidar y empezar con mis proyectos personales. Ah… me había olvidado de una
frase: “Te estás volviendo alcohólico”. Bueno… no soy, son ellos. Desde que he
empezado a filtrarme en el mundo periodístico, me resultó más fácil meterme en
el mundo alcoholístico. Sólo para tener una idea: Huancayo, capital del cañazo
y el alcohol metílico en el país sumado al periodismo. Más bien ya voy dos
semanas sin consumir (excesivamente) por bien de mi hígado, a quien le tengo
una cuenta que no podré saldar nunca, sólo cuidándome. Además evito equivocaciones
al mandar mensajes de texto por las madrugadas o evito que mi subconsciente se
exprese de tal manera absurda.
Noche de guitarras, brujas y electrónica
Huancayo dejó
de ser un valle de personas trigueñas, lampiñas, narices aquilinas, miradas cetrinas
y baja estatura, para pasar a ser un valle de criaturitas azules de gorros
blancos, al menos ocho de cada diez niños de cada cuadra en la
Calle Real estaban disfrazados de los
famosos Pitufos. Si me rapaba el cabello y le cortaba parte de la oreja a mi
gata Moya y le ponía de nombre Asrael, fácil la hacía de Gargamel y para hoy ya
hubiese montado mi dulcería.
Mientras
esperaba la noche del 31, día de la canción criolla también, nuevamente
tanteaba entre las posibilidades. Recordé a Malicha siendo perreada por el
conejito de Club, pero aquella discoteca ahora se había convertido en la
preferida de… jóvenes (relativamente) que tal vez por sus antecedentes
culturales le han desarrollado una fobia al agua y jabón, a la poca combinación
de prendas y todo aquello que ellos llaman frivolidad y otros buen gusto. Descarté
todas las posibilidades de alcohol. Así que llamé a mis amigas para saber
adónde ir, no demoró mucho decidir: Rústica. (No es propaganda, es
recomendación). O sea, en Huancayo si hay dos lugares “bien” son el Taj Mahaly
La Noche, en la
primera son unos racistas de eme, en la segunda ofrecen tragos demasiado caros,
no hay buena atención y la música está en algodón. Así que tuvo que venir una
empresa de Lima para enseñarles a las otras que todos entran, se debe tratar
bien a los clientes y poner buena música. Después viene la dialéctica porque en
toda la ciudad habrán cincuenta discotecas aproximadamente, donde tienes que
tener mucho cuidado si has llevado cosas de valor o buena cantidad de billete,
y si esa no es tu preocupación, pruebas bien el trago o terminarás como los
pepeados que a diario salen.
Volviendo al
tema de la noche, ya intuía que no iba a ser el único con la camisita a cuadros
(look indie) sobre un polo de estampado llamativo, así que como valor agregado
me puse unas orejitas de ratón (entiéndase: Mickey Mouse), pero no creí ver una
réplica de Buzz Lightyear en esponja, imaginé al pata que fue disfrazado así
morirá virgen, pero tuvo una ventaja: ganó cien dólares en el concurso. Para el
próximo año me disfrazo del Señor car’e papa.
Tefa con sus
cachitos (denotativa y connotativamente), Malicha con su corsé animal print que se compró en el mercado (aunque nadie lo notó), las demás como siempre: de
toneras. La cantidad necesaria de personas para poder bailar. Lo que me gustó
más fue las horas de electro… tanto así que me había olvidado ir al baño y al
ver mi reloj: 03:00 horas. Creo que nunca en mi vida había bailado tantas horas
seguidas. Esta vez la nota divertida la puso Nadine (con un mes de luto), quien
disfrazada de diablita participó por la chica más “coqueta” de la noche y al
recibir su respectivo fajón de billetes dijo: “Conste, es para pagar la pensión
de mi universidad”. Todos: “Siií, mucho te creemos”, la cosa que hasta el final
del cierre de edición, Nadine ha declarado que el dinero que tiene ahora le
sirve sólo para comprarse dos bolsas de Chizitos.
La noche
corría y corrían, Tefa pasó de brazo en brazo, de manoseo en manoseo, Malicha
se alejaba, la perdía de vista y aparecía nuevamente, mientras yo me quedé con
su prima Romina que me tentó al invitarme su piña colada cuando yo sólo tomaba
agua mineral.
Al salir, el
cielo ya estaba iluminado y Tefa gritaba “Ay, qué me dirá mi mamá que me está
llamando desde las dos de la mañana”. Al poco rato me llamó y le expliqué que
nos encontrábamos “bien” porque quería mandar a su papá para recogerla.
Instantáneamente me vino a la mente la ocasión en la que (según) Tefa tomó
tanto whisky en la discoteca Taj Mahal y su papá tuvo que irla a recoger al día
siguiente porque los dueños del local la encontraron tirada en una esquina.
Por eso, ahora
al alcohol al que mirarlo de lejos, porque de cerca, antoja. Al menos pude
relajarme luego de amanecerme tres días seguidos durante las parciales de la
universidad.
Y para terminar: la canción que le ha dado nombre al subtítulo de este blog: Grounds for divorce - Elbow