martes, 19 de noviembre de 2013

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De regreso a lunes

“Una de las escuelas de Tlön llega a negar el tiempo: razona que el presente es indefinido, que el futuro no tiene realidad sino como esperanza del presente, que el pasado no tiene realidad sino como recuerdo del presente”, extracto de Tlön, Uqbar, OrbisTertius, Ficciones, Jorge Luis Borges.

Durante las últimas semanas estuve experimentando sobre la “refracción del tiempo”, una frase que me vino en el delirio para darle sentido a la relatividad que tiene en tiempo al escribirse y puede ser confundido entre lo pasado y lo venidero.

Relatividad, en litografía, M.C. Escher
Van dos semanas de insomnio y quizá sufrí alteraciones en la memoria, sin embargo, inmediatamente evoco el último sueño que recuerdo: corría a la misma velocidad de un taxi en el medio de una pista, parecía un perro que agitaba las orejas mientras veía su reflejo al espejo, no distinguí la mañana de la noche, entonces me encontraba en plena madrugada corriendo a la misma velocidad del vehículo para pedirle me lleve a mi casa porque cerca, un grupo de amigos con los que estuve tomando empezaron a darse golpes entre sí: “el pogo, el pogo”. Horas antes, bailaba cumbia en un bautizo que terminó cerca a las diez de la noches y todos fueron a dormir temprano, salí con Renán, tunantero, guitarrista, vocalista de un desaparecido grupo de música wave, quien me animó acompañarlo a una tocada. Con una sola luz palpitante en colores, adolescentes en trajes negros, espuelas, cabellos abultados y pintados de rojo, pálidos: El Club de Charly. “UlrikeRazumov” y un compañero  que egresó hace varios años atrás la facultad se acercó y el grupo fue creciendo mientras el local se iba llenando de presencias que tenían como saludo: “¿La Oroya?”. La esencia del wave: travestis, ojos delineados, chalecos de cuero y nosotros parecíamos el grupo “menos posero”, claro, me sentía el más joven en un grupo de cuarentones que han dejado las pintas y las ropitas atrás para darle sentido al sonido, la nostalgia que los mueve como a Morrisey, Mark Hollis, Vince Clarke. El sueño me poseía mientras corría anfetaminas, bolsitas, papel aluminio, jeringas y tanta cosa extraña aún, tuve que decidir: soy natural, como dice un gran amigo y llené y vacié a la vez mi cuerpo.

Al día siguiente me encontré con la chica que me acompañó el baile en varias canciones durante el bautizo, “oye esas ojeras” me preguntó aprovechando para palparme las mejillas, “he dejado de usar lentes, es por eso, lo otro: me tengo que afeitar esta semana ya”. Y continuamos en camino opuestos, horas antes desperté del dolor de cuello que me estaba provocando dormir sobre el sillón, tenía llamadas perdidas que no quise devolver, estuve desorientado por varios minutos hasta que me puse la casaca y salí en busca de pan y nuevos cabezales para el afeitador porque estuve semanas intentando rasurarme la barba con la mano izquierda, mientras la derecha seguía llevando los tres puntos de un accidente casero.
Mañana tengo programado volver a la universidad y seguir tramitando documentos para el bachiller, con el alivio que ya terminaron las clases del curso de actualización, estaré en la cola escuchando música, mirando de lejos los coqueteos entre los trabajadores administrativos de la universidad, a quienes ya conocí el año pasado mientras hacía prácticas pre-profesionales. Almorzaré solo nuevamente, miraré el atardecer y seguiré buscando los libros necesarios para la bibliografía para el trabajo de investigación.

Durante la semana, decidiré si viajo a Lima, al menos para un par de días y luego regresar para viajar a Arequipa, soñaré y olvidaré lo que soñé. Esperaré a que el año termine y haya terminado por desamoblar mi habitación y alistar maletas para salir de casa.
Mientras iba terminando, sorprendido, me percaté que estuve siendo poseído por el sueño y que lo que pasó, lo recordaré y algunos hechos se harán difusos, y lo que vendrá se hará mutable, fue entonces cuando esbocé un rictus y el di la bienvenida al lunes.

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